Título: Cuenta Conmigo
Autor: Jorge Bucay
Sinopsis
Han pasado veinte años. Demián, el entrañable protagonista de Déjame que
te cuente, ha cumplido ya los cuarenta. Hace mucho tiempo que dejó de
tener contacto con el Gordo, el psicoterapeuta que le enseñó a
enfrentarse a la vida contándole cuentos. Pero, llegada su madurez, se
encuentra en un momento de crisis. Su matrimonio ha fracasado y tiene
que emprender nuevos caminos. Un reto profesional le lleva a trasladarse
a otro país, la relación con su familia da un vuelco y, además, aparece
en su vida una mujer muy importante para él.
Demián no puede
olvidar cómo le ayudó Jorge en su juventud y siente la necesidad de
buscarle. Finalmente, consigue encontrarle, pero esta vez tendrá que
confiar más en sus propios recursos…
Opinión personal:
Esta es la segunda parte de "Déjame que te cuente" y, personalmente, me gustó más que la anterior.
Aunque mi edad es más próxima al Demián de "Déjame que te cuente", este libro me enganchó más, quizás porque los problemas que el protagonista tiene ahora son de mayor calibre y el desarrollo de los acontecimientos atrapa más.
Desde el principio me pareció un libro muy interesante: sus fracasos amorosos, sus amistades, su desesperación por encontrar al "Gordo", el reencuentro con él.. Me encantó.
En el primer libro lo que predominan son los cuentos, en éste la narración de Demián sobre los hechos y puede también que eso sea lo que lo convierte, a mis ojos, en un libro más interesante. Cómo en el libro de "Déjame que te cuente", tengo que decir que no esperéis encontrar en estos dos libros, los típicos libros de autoayuda, pues son más bien libros que cuentan la vida de una persona en primera persona salpicada por las visitas a su psicoterapeuta en forma de cuentos. Cabe decir también que "el Gordo" tampoco suele comportarse como el típico psicoterapeuta estirado de la bata blanca, sino que a veces se comporta como su amigo y otras como un sabio que se limita a dejar hablar a la otra persona para que ella misma llegue a encontrar la solución.
No sé cuántas veces me he leído este libro ni cuántas veces más me lo leeré, pues es de esos que te dejan una sensación de satisfacción al acabarlos y en los que siempre encuentras algo nuevo.
Os lo recomiendo a todos.
Y os dejo un aperitivo de este libro, leédlo, merece la pena:
Mark había
nacido con una gravísima enfermedad del sistema inmunitario. Un síndrome de
deficiencia en las defensas, que una caprichosa alteración genética le había
asignado para siempre. Los niños nacidos con esta grave anomalía,que por suerte
es muy poco frecuente, tienen muy pocas posibilidades de sobrevivir, o por lo
menos las tenían cuando Mark llego al mundo. Dada su incapacidad para generar
anticuerpos, cualquier infección, por banal que fuera para un individuo normal,
podía terminar con su vida en pocas semanas. Su única alternativa era que se
construyera a su alrededor un campo aséptico donde Mark pudiera vivir, a la
espera de que la ciencia descubriese una solución diferente a su problema
inmunitario. Una película filmada en los setenta mostraba el drama de un
jovencísimo Jonh Travolta que representaba a un niño nacido con esta anomalía.La
película se llamaba "El muchacho de la burbuja de plástico".
Hijo de un
obsesivo y trabajador medico rural y de una maestra, Mark tuvo la oportunidad de
sobrevivir a su primera infancia gracias al esfuerzo económico de sus padres,
gracias a su propio temple y, sobre todo gracias a la dedicación casi exclusiva
de su madre. Viviendo en un dormitorio y un escritorio con un cuarto de baño
entre ambos y aislado del resto de la casa y del mundo por enormes y
herméticamente selladas cortinas de plástico, se paso los primeros veinte años
de su vida recibiendo contadas visitas en su espacio privado y protegido. Para
evitar ingresar gérmenes que serian potenciales amenazas para la vida de Mark,
nadie podía entrar en su perímetro sin lavarse las manos con antiséptico y
utilizar ropa estéril: traje de cirujano,botas y barbijo. Durante esos veinte
años, Mark había aprendido todo lo que sabia de las clases rigurosas y metódicas
que le había dado su madre, de las conversaciones profundas y comprometidas con
su madre, de algunos pocos libros que llegaban a sus manos (nuevos,limpios y
esterilizados) y de lo poco que veía en la televisión. Fuera de eso, su único
contacto eran las cartas, fotos y algunas conversaciones telefónicas con el
resto de la familia.
Fue justamente el día en que cumplió los veintiuno,
que le pidió a su madre que se cambiara y entrara a su cuarto. Quería hablar con
ella.
-Mama -le dijo muy serenamente-, he tomado una decisión. Voy a
viajar...
La madre se paralizo al escuchar a su hijo. Salir del ámbito
aséptico de su cuarto era poner en riesgo serio su vida. De hecho, la única vez
que había abandonado el cuarto fue cuando murió su padre, y pese a todas las
precauciones, algún virus gripal que llego a su cuerpo casi lo mata.
Durante
dos semanas, nadie en el equipo medico que siempre lo atendió, ni el mismo
doctor Skoro, podía asegurar que superaría esa crisis.
-Hijo -le dijo por
fin-, tu sabes que no puedes hacer eso. Yo daría mi vida y lo sabes, si con eso
pudiera regalarte esa posibilidad, pero no es real y lo lamento.
-Fíjate,
mama -dijo Mark-, tengo veintiún años.Nadie con esta enfermedad ha sobrevivido
mas allá de los veintiseis, a pesar de haber tenido iguales o mejores cuidados
que yo. Se supone que ,pasado el desarrollo, el hígado y el bazo empiezan su
deterioro progresivo e irreversible. Yo no quiero morirme, mama. Pero menos
quiero abandonar este mundo sin haber visto la mona lisa. No quiero morirme sin
haber pisado nunca las arenas de una playa o sin bañarme en el mar aunque sea
una vez. No quiero pasar para siempre sin visitar a la tía Gertrude y conocer su
rancho en California. No voy a morirme, mama, sin haberte abrazado sintiendo mi
mejilla contra la tuya, sin nada en el medio, aunque sea una vez mas.
La
madre lloraba, pero le contesto:
-La ciencia avanza Mark. Quizás en unos
años, lo que hasta ahora es incurable se solucione o se resuelva. Espera un
poco,hijo...
-Estoy dispuesto a escuchar al doctor Skoro -dijo Mark-, si
el dice que hay algo nuevo, si me da una alternativa, si tiene algún dato que yo
desconozco, revisare mi posición. Pero si no es así, mama, te lo digo desde
ahora: yo voy a salir de esta burbuja y me gustaría ir a Europa contigo, y a la
playa y a la granja de tu hermana. No obstante, si no quieres ser mi cómplice,
yo lo puede entender y lo haré de todas maneras, aunque sea solo.
El doctor
Skoro tampoco estaba de acuerdo con la decisión. Le dijo que exponerse al
exterior significaría sobrevivir seis meses, quizás ocho, pero no mucho mas. No
obstante no estaba dispuesto a mentir, de novedades no tenia nada.
Ante
la decisión irrevocable de Mark, la madre decidió acompañarlo en su aventura
final
Casi un mes después, los dos se maravillaban contemplando en vivo,
las esculturas del Louvre, las pinturas del museo del prado, las ruinas de
Grecia y las fuentes de Roma.
De allí volaron a California, Mark decía
que no tenía demasiado tiempo y había mucho por hacer. La familia estuvo
encantada de acompañar al joven en su primera cabalgata, de enseñarle a ordeñar
una vaca y de compartir con la madre y el hijo el día que Mark lloro de emoción
ante la inmensidad del mar.
Habían estado cuatro meses fuera de casa
cuando unas lineas de temperatura empañaron la alegría de todos. La madre le
pidió a Mark que volvieran a la ciudad a visitar al doctor Skoro y así lo
hicieron.
Los análisis no mostraban nada que no fuera previsible. Un
resfriado no era una complicación para nadie que no tuviera una
inmunodeficiencia, pero en Mark significaba un cuidado extremo. El equipo medico
recomendó volver al confinamiento plástico, pero Mark se negó. Los médicos solo
pudieron arrancar del paciente su palabra de que haría reposo en casa por unas
semanas.
Fueron días de mucha angustia para la madre de Mark, que se
preguntaba si no se había equivocado. ¿Tendria que haberse opuesto con mas
firmeza? Quizás el planteamiento era un farol y sin la compañía de su madre Mark
no se hubiera atrevido a dar el paso que ahora lo amenazaba con ser su ultima
voluntad.
-Mamá -llamo su hijo desde la cama.
-Aquí estoy, hijo, ¿que
necesitas?
-Abrázame -Le pidió y mientras pegaba su mejilla a la de ella le
dijo, como si hubiera leído sus pensamientos-. Te agradezco mucho, mama. Yo se
cuanto te debe haber costado aceptar mi decisión, pero tu respeto por mi solo se
puede comparar con el amor con el que siempre me cuidaste.
-Quizá debí
insistirte para que te quedaras...
-Lo hiciste, mama...Me hubiera dado igual,
aunque claro, no lo hubiera disfrutado tanto -dijo Mark sonriendo.
En dos
semanas de reposo y cuidados maternales la medicación hizo efecto y el peligro
paso. Mark se levanto de la cama, primero con permiso para deambular por la casa
y después para dar pequeños paseos por la ciudad.
Una de sus primeras
salidas fue al enorme centro comercial cercano a su casa. Pretendía comprar unos
libros sobre Israel y Egipto, sus siguientes destinos, según le dijo a su
madre.
Al pasar por la tienda de discos se le ocurrió que las música de esos
lugares debía de ser una excelente puerta de entrada a su geografía, y al
entrar, la vio.
Era una jovencita de unos veinte años, con el pelo lleno
de rizos, la piel morena y unos increíbles ojos verdes que a Mark le parecían
que brillaban a la distancia. Atraído como por un imán se acerco hacia ella y se
quedo pasmado mirándola.
Después de unos segundos la chica le
pregunto:
-¿Te puedo ayudar?
Y el pensó en decirle: "Si,vamos a
tomar un refresco. Salgamos a pasear. Déjame mirarte unas horas. Cuéntame algo
de ti..."
Pero no pudo. Se le hizo un nudo en la garganta y tragando
saliva solo dijo:
-Quiero este CD -cogiendo el primero que salto a sus
dedos y entregándoselo a la vendedora sin verlo siquiera.
Ella sonrió
tomando el CD y pregunto:
-¿Algo mas?
Mark también perdió esa segunda
oportunidad y solo negó con la cabeza. El nudo ya no le permitía
hablar.
La jovencita todavía pregunto:
-¿Es para regalar?
-No, es
para mi.
-¿Quieres que te lo envuelva para regalo de todas maneras?
-Ssssi
-dijo el muchacho con un hilo de voz, dándose cuenta de que envolverlo llevaría
un poco mas de tiempo. A lo mejor en esos minutos...
Mientras ella envolvía
la caja del CD, Mark pensaba todo lo que podría decirle, pero también supo que
no se iba a atrever.
Al salir su madre le pregunto si había encontrado lo que
buscaba y Mark le contesto con un enigmático: "Sí. Supongo que
sí".
Cuando llegaron a casa le contó a su madre todo el episodio y se
maldijo frente a ella por no haberse atrevido a decirle nada. La madre lo
tranquilizó diciéndole que podría volver a la tienda la semana próxima y tener
el coraje de invitarla o pedirle su teléfono para poder llamarla. El joven
aceptó que su madre una vez mas tenia razón. Podía volver pero no en una semana
sino al día siguiente.
Esta vez, removió algunos estantes haciendo que
buscaba algo extraño para darse la oportunidad de mirarla. La vió aún mas
hermosa que el día anterior. Al aproximarse,ella pareció reconocerlo, porque con
una sonrisa se le acerco y le dijo:
-Hola...¿Te puedo ayudar?
Mark
sintió que se ponía rojo y eso le avergonzó. Tosió, trago saliva otra vez y
finalmente dijo:
-Este CD.
-Otro regalo...¿para ti? -dijo la joven
mientras Mark descubría un pin con su nombre... Jennifer y se alegraba de pensar
que lo recordaba.
-Si por favor...-ContestÓ embelesado. Otra vez, la
ceremonia de contemplar la espalda de la joven mientras manipulaba el papel y el
moño del envoltorio. Otra vez el infinitésimo roce con sus dedos al darle la
tarjeta de crédito. Otra vez, el fugaz encuentro de sus miradas, y sobre todo,
otra vez, su silencio forzado por la timidez y la vergüenza.
Así,dos o
tres veces cada semana, Mark siguió yendo a la casa de discos, cada vez pensando
que se atrevería a hablarle, pero terminando con la compra de un CD, que una vez
envuelto con coloridos papeles y cada vez mas vistosos moños,llegaba a la casa
y era guardado en el armario del cuarto como símbolo de su falta de
coraje.
Hasta que un día el joven tomo la decisión. Esta vez hablaría con
ella, correría el riesgo, se atrevería a vivir su rechazo, después de todo, como
decía su madre, no había nada para perder y mucho para ganar. Mark no se había
estado sintiendo bien. Unas lineas de fiebre parecían decir que algún
nuevo"bichito"estaba molestando por ahí. El lunes iría a visitar al doctor
Skoro.
Como todos los sábados, el centro comercial hervía de gente. Mark
paseo sin rumbo esperando que fuera ultima hora y luego, cuando todos empezaban
a irse, entro en la casa de discos y encaro directo hacia donde estaba Jennifer.
Ella lo vio venir y sonrió.
-Quisiera...-Empezó.
-¿Si? -dijo
ella.
-Quisiera... este CD -dijo una vez mas con una caja desconocida en
la mano.
-Claro -dijo Jennifer.
Y sin preguntar fue hacia el
sector de empaque a embalarlo para regalo. Mark se maldijo en silencio. Pero
antes de que Jennifer se girara a entregarle su CD, el se atrevió a hacer algo.
Tomo el talonario de las facturas que llevaba el nombre de la joven y escribió
sin que ella lo notara: "Hola mi nombre es Mark. Vivo aquí. Me encantaría que
tomáramos un refresco y charláramos. Este es mi numero:298-345688".
Y después
de escribir cerro el talonario y termino de pagar, saliendo como si nada hubiese
pasado.
El lunes sonó el teléfono en casa del muchacho.
La madre lo
cogió.
-¿Si?
-Hola...Soy Jennifer.¿podria hablar con Mark,por
favor?
Se hizo un largo silencio en la linea, hasta que la madre recupero
el aliento para contestar.
-Lo siento Jenny... Mark murió
ayer.
Posiblemente porque no hubo otra venta ese día, o porque los
domingos Jennifer tenia fiesta, el caso es que ella había encontrado la nota de
Mark cuando era tarde.
La madre colgó el teléfono llorando, y sin ninguna
razón fue hasta el dormitorio, ahora vacìo para siempre, de su hijo.
Abrió el
armario y miro la pila de CD´s sin abrir en el primer estante. Por curiosidad o
automáticamente abrió el primero de abajo para ver que contenía. El CD tenia
pegada una nota que decía:
"Hola.Soy Jennifer.Soy nueva en la
ciudad.
No tengo ningún amigo, ¿Quisieras tomar algo conmigo...?"
La
madre abrió los demás CD´s.
Cada uno llevaba pegada la nota, que a espaldas
de Mark, Jenny había escrito y dejado oculta por el envoltorio. Posiblemente con
el mismo miedo al rechazo que su hijo. Seguramente sin atreverse tampoco a
correr el riesgo.
"Tienes unos hermosos ojos y una mirada triste,
¿no
quieres que nos encontremos para charlar?"
"Me llamo Jennifer y tengo
verdadero deseo de conocerte..."
"Hola...Soy Jennifer...¿No quieres ser
mi amigo...?
By Chari
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