Todo por una chica (Slam)
Sam está a punto de cumplir los dieciséis años y su pasión es el skate. Vive en el norte de Londres con su madre, una joven divorciada que explica con más frecuencia de la que Sam quisiera que es sólo tres años mayor que David Beckam y cuatro que Jennifer Aniston. Pero por el momento, a Sam las cosas no le van del todo mal. Porque todavía no se ha acostado con nadie y no es muy fácil encontrar con quién hablar de ese asunto del sexo cuando tienes una madre de treinta y dos años que les gusta mucho a tus amigos. Pero, a pesar de tanta excitación, el chico no se siente muy optimista con lo que le espera en la vida. Es que, como él mismo dice, se supone que los hijos siempre hacen las cosas mejor que sus padres, pero sucede que en su familia siempre tropezaron con el primer peldaño y, a veces, ni siquiera encontraron la escalera. Y Sam, dentro de muy poco tiempo, se enterará de lo que todo el mundo sabe, que lo que más secretamente tememos siempre sucede. O sea, que tendrá que vérselas con una iniciación a la vida muy, muy movida y unos cuantos peldaños con los que tropezar...
Un gran chico (About a Boy)
Will tiene treinta y seis años y no necesita trabajar porque su padre compuso una cursi canción navideña, de esas que cada año suenan y suenan, y dan miles de libras en derechos a los descendientes del autor. Y como además es guapo y muy enrollado, lleva una vida estupenda. Porque nuestro héroe es un soltero recalcitrante, que jamás le ha visto ninguna gracia al milagro de la procreación. No al acto, que le encanta, sino a los resultados. Hasta que un día conoce a Angie en su tienda de discos favorita. Y entonces Will, que jamás ha querido nada serio, se da cuenta de que las mujeres solas con hijos son una inagotable cantera de polvos estupendos y rollos con fecha de caducidad. Se inventa un hijo propio, y comienza a frecuentar una asociación de padres y madres, sobre todo madres separados. Pero como la vida nos da sorpresas, Will seducirá a las madres, pero también se hará amigo de uno de los hijos, el rarito y desamparado Marcus, que a los doce años parece mucho más viejo que el treintañero Will.
Rob Fleming está a punto de cumplir treinta y seis años y tiene una tienda de discos antiguos en el norte de Londres donde sólo vende vinilos. Su negocio, destinado a un público de serios coleccionistas de frivolidades, está siempre al borde de la bancarrota. Y Laura, su última novia, le ha dejado. ¿Será porque Rob parece empeñado en prolongar su adolescencia hasta la decrepitud o, como piensa él, porque su colección de discos y la de Laura eran incompatibles? Para consolarse, Rob se refugia en la compañía de Barry y Dick, sus cómplices en la tienda, y juntos hacen innumerables listas de los top del pop: las cinco mejores películas, los cinco mejores episodios de «Cheers»... Y también comienza a salir con Marie, una cantante americana.
Pero de pronto reaparece Laura. Y aunque Rob creyera al principio que esa ruptura no estaba entre las más cruentas de su vida, muy pronto comenzará a hacerse preguntas arduas sobre la familia, la monogamia, el amor y la madurez. ¿Será que por fin va a descubrir que también hay vida, y música, después de la adolescencia? «Es extraño que un libro tan divertido sea a la vez tan agudo en su visión del sexo y la masculinidad, la memoria y la música»
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