Todo empezó cuando Zoë Haratounian se hizo famosa. Una sencilla maestra de una escuela infantil de Londres abate a un ladrón con una sandía. Se había convertido en una especie de heroína, una celebridad, y resultaba divertido. Las fotos y las entrevistas dejaron paso a las cartas: primero una, felicitándola, luego otra, dándole las gracias por ser una buena ciudadana, y después otra y otra, montones de ellas: cartas de apoyo y de recriminación, mensajes de gente solitaria que hacen que Zoë sienta de algún modo que poco a poco van invadiendo su intimidad.
A Zoë, su propia vida le parece anodina: su trabajo en el colegio, un piso sórdido que compró en un mal momento, y su nuevo amor. Fred, al que por ahora solo le une el sexo y los amigos de él. Así que lo único que quiere Zoë es que las cartas dejen de llegar, vender su piso y continuar con su vida como si nada hubiera pasado. Pero no será tan fácil. La última carta que ha recibido no es como las otras. Contiene un par de hermosos cumplidos, una referencia a su belleza, al color de su pelo, y una sencilla frase: «Voy a matarte». Parece una broma. Pero no lo es. A partir de ahora sentirá miedo, un auténtico pavor a medida que el desconocido empiece un acoso despiadado, creando un cerco de pesadilla en torno a ella hasta que le resulte difícil respirar, hasta que no puede salir a la calle sin antes preguntarse: ¿Quién eres? ¿Dónde te escondes? ¿Y por qué me elegiste a mí?
La reunión anual en la finca de los Martello es una tradición, una cita insoslayable a la que acuden todos los miembros del clan. Para Jane, en trámites de divorcio con Claud Martello, estar de nuevo en La Granja le supone una sensación extraña, como si no pudiese distanciarse de la poderosa influencia de aquella familia. Aunque esa jornada todo sería distinto, porque nadie, ni siquiera Jane, contaba con un hallazgo que perturbará a todos los presentes: el descubrimiento de unos restos humanos que, presumiblemente, corresponden al cadáver de Natalie, la hija menor de los Martello y amiga íntima de Jane, a la que se dio por desaparecida hace casi veinticinco años.
Presa de la angustia, Jane decide buscar ayuda profesional e inicia una terapia con el doctor Dermot-Brown, en cuyo proceso va liberando escenas de su vida pasada que creía olvidadas por completo, piezas que empiezan a formar un rompecabezas que no sólo explica sus zozobras y temores, sino que revela oscuras sombras de la familia Martello, recuerdos agazapados bajo una capa de falsa felicidad familiar que había enterrado en su mente durante veinticinco años. Jane sabe que ha llegado el momento de seguir avanzando por los recovecos de la memoria y franquear las barreras que ella misma había erigido, con el objetivo de tomar definitivamente las riendas de su vida y saber qué sucedió el día en que Natalie murió.
Alice Loudon tiene veintitantos años, se lleva de maravilla con su pareja y comparten un grupo de amigos muy enrollados. Pero una mañana cualquiera, al cruzar la calle en pleno centro de Londres, su mirada se clava en la de Adam Tallis, un famoso escalador que salvó a varias personas en una accidentada expedición al Himalaya. A partir de ese instante, es como si Alice viviese en un sueño permanente. Convencida de haber encontrado el amor de su vida, se entrega a una aventura erótica que lo justifica todo. Sin embargo, a medida que el amor de Adam se vuelve una obsesión posesiva, Alice comienza a darse cuenta de lo poco que conoce de verdad a ese hombre que le ha hecho perder la cabeza y, sobre todo, de lo difícil que será romper esta extraña relación.
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