El sargento Bruce Robertson no es un policía modelo, sino un corrupto, misántropo, violento, machista, homófobo y racista. Consume compulsivamente pornografía, servicios de prostitutas, fast food, alcohol y cocaína. Debido a sus excesos, le ha aparecido un sarpullido que invade sus genitales y un incordiante parásito en el intestino que acaba convirtiéndose en la voz de su conciencia. Y mientras su vida se desmorona, el sargento tiene que investigar el asesinato del hijo de un diplomático africano...
Fiel a su habitual contundencia, Welsh nos presenta un viaje a lo más abyecto, en el que se mezclan la visceralidad, la violencia y el humor negro.
Danny Skinner es una joven versión contemporánea del Dr. Jekyll y Mr Hyde. Reparte su tiempo libre entre el fútbol, las mujeres, las borracheras monumentales y las grescas apocalípticas por un lado, y la lectura de Rimbaud, Verlaine y Schopenhauer por el otro. Y en su tiempo de asalariado, trabaja en Sanidad y Medio Ambiente y se dedica a inspeccionar restaurantes. Aunque también aquí la dualidad se repite, porque Danny Skinner oficialmente está interesado en la salubridad e higiene de los lugares donde cocinan los grandes chefs, y también los menos grandes, y en recibir algún que otro soborno, pero extraoficialmente pretende averiguar sus más turbios secretos de alcoba: el joven es hijo de madre soltera, una pionera del punk que jamás ha querido abrir la boca, y sospecha que su progenitor puede ser uno de estos divos contemporáneos, uno de los emperadores de esas cocinas que él visita con ojo avizor. Hasta que un día, en medio de este inestable equilibrio laboral y vital, aparece Brian Kibby, un perfecto buen chico un tanto friky, que jamás se emborracha, es aficionado a los trenes eléctricos de juguete, hace higiénicas excursiones a la montaña y asiste a las convenciones de Star Trek. Y Brian se pone a trabajar junto a Danny, que comienza a experimentar un odio inmediato y fulgurante por el recién llegado, tan instantáneo y ardiente como la admiración que Brian siente por él.
Diez años después de Trainspotting, tras divorciarse de su mujer y de fracasar en varios negocios, Sick Boy está en franca decadencia. Decide aceptar la oferta de su tía Paula, quien lo dejará a cargo de un pub. Pero ahí el negocio no está solamente en las bebidas: Sick Boy descubre que un grupo se reúne a follar y a filmar sus orgías en uno de los salones privados. Y que en Edimburgo hay un negocio de vídeos porno realizados en las trastiendas de los pubs. Sick Boy se pondrá, ayudado por la guapa Nikki Fuller-Smith, estudiante de cine y trabajadora del sexo, a hacer una película porno de altura. Y también incluirá en el equipo a su amigo Renton, el que los traicionó y huyó con el dinero del alijo de heroína. Aunque también se mueven por ahí Spud, el único que había recibido a escondidas su parte del dinero de la droga, y Begbie, que después de pasar unos años en la cárcel volverá a la acción aún más paranoico y furioso que antes.
Tras su espectacular, escandaloso, perturbador debut con Trainspotting, . una gran novela que ha trascendido sus límites y se ha convertido en un fenómeno mediático internacional, Irvine Welsh vuelve a agitar las conciencias y la literatura con este libro, compuesto por una colección de relatos y una novela corta no menos escandalosas y perturbadoras, aunque también despiadadamente divertidas.
Un jugador de fútbol que está sufriendo un mal trip y una mujer embarazada camino del hospital son heridos por un rayo en una repentina tormenta y se produce un curioso cambio de identidades; Madonna, Kylie Minogue, Kim Basinger y Victoria Principal toman el sol en Santa Mónica y discuten como camioneros los encantos de los empleados de una empresa de mudanzas; Boab Coyle, borracho y quejica, se encuentra en un pub a Dios, que le da algunas lecciones sobre la vida antes de convertirlo en una mosca; un joven heroinómano va a ver a su abuela, decidido a robarle hasta la ropa que lleva puesta, y descubre que la vieja es el camello más importante de la zona. Pero aun las más divertidas historias esconden una subterránea corriente de desesperación, que sube hasta la superficie en Un listillo, la novela corta que cierra el libro, dura, sarcástica y nada sentimental crónica de la vida de un joven drogadicto y buscavidas que va de Edimburgo a Londres, de un trabajo a otro, de la confusión al caos.
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